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Una mirada al Interior…

Foto del escritor: ASODI GuatemalaASODI Guatemala

Por: Arq. Jose Valenzuela Nárez

El diseño interior está encontrando su camino como campo disciplinar independiente, tal vez más próximo al diseño que a la arquitectura misma. A pesar que comparten y compartirán cierta lógica y análisis, paulatinamente los mecanismos de pensamiento comienzan a despegarse con motivo de trabajar distinta escala, concepción espacial, precisión y hasta sensibilidad. Dicho proceso de disociación conceptual requiere de varias estrategias, entre ellas el fortalecimiento de marcos teóricos propios.

Un proyecto de interiorismo posibilita que un espacio pueda tener un uso específico tal como : vivienda, tienda, oficina, gimnasio, centro comercial, museo, centro institucional y centro corporativo… donde hablar de interiorismo o diseño interior es hablar de formas de vida que al intervenir el diseño se convierten en estilos de vida.

Dentro del Período genéricamente antigüedad, se han identificado y analizado distintas formas en las que el hombre ha concebido el espacio interior. El hombre griego sintió el espacio de una manera fundamentalmente plástica, donde toda intervención  no era respuesta a una necesidad humana, sino para honrar a los dioses. Los romanos  concibieron el espacio como lugar de acción unitaria, expandiéndolo lo más posible aumentando el aprovechamiento interior.

 Con el advenimiento del cristianismo y su adopción como religión oficial del Imperio Romano, otras razones comenzaron a definir las cuestiones espaciales de los lugares de culto. Además de la necesidad de albergar un enorme número de fieles, la de focalizar la atención en el altar elemento espiritual que reemplaza a la representación de la divinidad pagana. Los interiores bizantinos  buscan la  desmaterialización de las muros, y junto con la  iconografía pretendieron conducir al fiel a la comunión espiritual y definido no sólo por lo decorativo sino también por lo constructivo y lo funcional buscan recrear un universo celeste en la tierra espiritualizando la arquitectura.

La arquitectura y el diseño de interiores Gótico mantuvieron como valor constante en este extenso período la características principal, la recuperación del ideal clásico de belleza inspirado en la arquitectura de la antigüedad grecorromana, no sólo un repertorio estilístico, sino también una estructura sintáctica, ligada a la noción de orden y además el proceso de transformación en el tratamiento de  lo religioso.

Mientras que en el Renacimiento la temática era tratada de manera casi profana, es decir, desde un enfoque mesurado y racional, donde la composición geométrica – y pitagórica – determinaba el número de ventanas, imágenes y altares, en el Barroco hay un abordaje de las cuestiones litúrgicas y religiosas a partir de un compromiso emocional donde se jugaba la pervivencia de la ‘verdadera’ iglesia – tanto para los reformistas como para los de la contrarreforma .

La Iglesia, al igual que monarquías absolutas, percibe el valor que tiene el arte como medio de propaganda y control social.  Es por ello que se emprende importantes obras, realizadas por los mejores artistas, no sólo para embellecer las ciudades, dar gloria a Dios o manifestar el poder del mecenas de turno, sino para emocionar y seducir al hombre común. De una manera semejante a la de la época medieval, el arte barroco estaba destinado a entender, enseñar y conmover de inmediato.

La necesidad de una arquitectura y de un diseño de interior dirigido a un espectador, fue una regla común de la etapa del absolutismo ilustrado, pero también permitió que el sujeto adquiriera conciencia de su propio e importante papel, lo que devendría luego en la caída de este mismo régimen.

Posteriormente en el Iberoamericano Colonial, el diseño interior de un espacio es generalmente impuesto al individuo. Quien ingresa a un espacio construido, no sólo debe ajustarse a los condicionantes que eligió su autor sino también adecuar su uso y sus estímulos perceptivos.

 Al analizar la caracterización y valoración del espacio interior destinado al culto en el ámbito colonial iberoamericano, puede observarse que éste se inserta con un gran eclecticismo dentro de la historia de la arquitectura y el diseño occidental – tema que, a su vez, resulta teóricamente irresuelto –.Tanto en Mesoamérica como en Sudamérica existió un desarrollo artístico y cultural que se fusiona con un complejo panorama de diseño e iconografía.

Este amplio horizonte, implicó en muchas de las manifestaciones artísticas la pérdida del concepto de ‘estilo’, que se utilizaba para el ámbito europeo.  Donde el sincretismo y la aculturación que se produjo con la conquista se hicieron adaptaciones técnicas, materiales dando origen a espacios con que el fin de transmitir la ideología cristiana al hombre americano fueron generando una idiosincrasia propia.

El diseño interior decimonónico, (S. XIX) oscila hasta la mitad del siglo entre dos propuestas. Por un lado, la racional y universalista del neoclasicismo; por el otro, la relacionada a lo nacional, lo emotivo y localista del neogótico. Ambas formulaciones se manejan dentro de cánones que intentan interpretar en nuevas sintaxis muchas veces condicionadas por las nuevas tecnologías y materiales –anto las posibilidades del estilo que evocan como su vocabulario. De hecho, con la experiencia obtenida a través de los trabajos arqueológicos desde el siglo XVIII y las grandes empresas de restauración de monumentos dañados por los revolucionarios, apartarse de las normas será un punto álgido del conflicto y generará resistencia entre los teóricos.

Pues, el haber colonizado al mundo de un modo nunca visto por los imperios anteriores hacía casi inevitable el desarrollo de un gusto ‘contaminado’. La diversidad, a fines de siglo, se traduciría en otros términos. Se tomaría prestada las formas y vocabularios más diversos y se los combinaría. El resultado sería un producto ecléctico.  En el ámbito religioso, la elección se daría en los límites de los estilos europeos como el paleocristiano o tardoantiguo, los medievales en todo su abanico, el bizantino, pero no se recurriría a uno neoegipcio o neoasirio. El peso de la tradición seguía poniendo cotos a la libertad de elegir.

Por otro lado en el Siglo XX, se reflexiona acerca del concepto de espacialidad en el ser humano se debe partir de las fuertes influencias del contexto sociocultural. La evolución de los factores económicos, tecnológicos y sociales determinan ciertos cambios en el diseño de los espacios que afectan al comportamiento del hombre.  El espacio no es un concepto abstracto, desligado de la vida cotidiana sino que se organiza a partir de una interacción constante con la estructura ideológica de la comunidad que lo rodea. Con la llegada del siglo este concepto se acomoda al ciudadano contemporáneo, dejando de lado la idea de un espacio único. Los arquitectos modernos manejan los espacios y sus funciones de una manera novedosa, alejada de las teorías que se imponen desde la Antigüedad. Esto se puede ver en la funcionalidad que juega un papel muy importante en el tratamiento del interior, así como también en la integración con el entorno. (Michel Vovelle (1984)).

La Liberación de la forma, estética modernista, un trampolín hacia los estudios, visiones y acciones que se llevarán a cabo en los siguientes años. Este estilo parte como respuesta estética contra el mundo industrial y se interesa por la morfología de la naturaleza y el simbolismo. A partir de allí, se salta a la concepción racionalista basada en la pureza geométrica. El espacio aparece como un punto de partida de la nueva arquitectura, así como también se relaciona con las búsquedas de pintores y escultores. también la concepción lecorbusiana del hombre como el centro de la edificación va cobrando cada vez mayor importancia dentro de la concepción espacial del hombre y su arquitectura. Sus teorías, que tanto han influenciado en los demás arquitectos, recuperan la dimensión humana para incorporarla a su producción. Sobre todo por estas ideas, Le Corbusier se presenta como el personaje más emblemático del siglo.

Es entonces el movimiento moderno fue el punto de partida de una nueva manera de encarar la espacialidad. Buscó elaborar formas genuinas para suplantar el historicismo imperante y abrió las puertas de una nueva sensibilidad que se hizo sentir no sólo en la arquitectura sino en todas las manifestaciones artísticas. Más adelante permitió la concreción de la planta libre y la forma abierta y los espacios públicos pasaron a tener una comunicación fluida con el interior de los edificios, permitiendo así pensar en conceptos tales como libertad e igualdad. Finalmente, con el posmodernismo se cierra la brecha entre pensamiento y sentimiento.  Tal como plantea Norberg Schulz se puede hablar de una evolución desde las reflexiones básicas, un tanto vagas, de los primeros años del siglo… hasta las obras variadas e inclusivas de la generación posmoderna …

Es entonces en la segunda mitad del siglo XX donde el diseño de interiores como otras ramas del diseño, experimentó un gran desarrollo, evolucionó y se adecuó a la resolución de problemas.  Donde un espacio vacío pasa a ser un lugar habitado cuando las decisiones tomadas por el diseñador son capaces de reflejar los deseos, necesidades, hábitos y  pertenencias del usuario que habitará ese espacio interno.

El diseño de interiores de hoy ha pautado como nunca por el binomio estética-funcionalidad  en los ambientes modernos, la decoración excesiva se ha sustituido por una disposición inteligente de los espacios y el mobiliario de líneas depuradas responde a una necesidad muy concreta, independientemente del tamaño de las estancias, los conceptos reinantes son el equilibrio y la armonía, requisitos que, frente al ajetreado ritmo de la vida actual, responden a la necesidad de hacer del espacio habitable una fuente de bienestar…  Pero el hombre de hoy, busca también esa posibilidad de que algo más pueda suceder, donde el efecto sensorial es parte de la experiencia, y es capaz de generar emociones, emociones que evocan un sentimiento en quien lo habita.

Es así como la mirada al interior de la disciplina del Diseño interior e interiorismo,  nos instruye y ejemplifica la grandeza de esta noble profesión,  que responde más que a una época y un momento de la vida del hombre, que aprende incorporar su faceta humanista,  según  su forma de pensar, y  convivir con el mismo y con su entorno.

Actualmente los ámbitos disciplinares  como la moda, artes visuales, diseño, y la singularidad y acceso a la comunicación han roto sus límites y se enriquecen unos con otros.  El diseñador de interiores necesita una constante evolución y un ejercicio continuo que cultive sus conocimientos y estimule su creatividad. El entorno en el que se trabaja está en permanente cambio y supone un reto asimilarlo .  La búsqueda constante,  la reinvención, el romper paradigmas, serán siempre los disparadores de todo diseñador.

 La globalización, y el acceso a información a través de redes  y blogs,  gracias  a la tecnología y el internet  han dado un espacio a un sin fin de temas y especialistas que alzan su voz en búsqueda de ser oídos,  exponiendo ,  intercambiando  y contrastando ideas que pueden educarnos y facilitarnos a la toma de decisiones y poniéndolo al alcance de todos.

 Hoy se abre este medio para alzar la voz, y proporcionar una plataforma para discusión , generando un puente entre los expertos del diseño interior, forjando  una alianza multidisciplinaria, y  logrando fortalecer y apoyar a los interistas y a la industria datándole de valor.  Bienvenidos…!!!  Y que viva el Diseño…

Bibliografía.

Cuaderno 37. Septiembre2011.Centro de Estudios en Diseño y Comunicación Facultad­ de Diseño­ y­ Comunicación.­ Universidad ­de­ Palermo.­Buenos­Aires.Año­12 ,Número­37­.

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