Se buscaba capturar la esencia vibrante y auténtica de México, con una paleta de colores que incluye tonos amarillos y azules, así como un uso destacado de fachaleta de ladrillo y piezas de barro en las paredes.
Los tonos amarillos y azules evocan la energía y la vitalidad de México, creando un ambiente festivo y alegre en el espacio. Los tonos cálidos del amarillo se combinan con los tonos frescos del azul para proporcionar un equilibrio armonioso y atractivo. El ladrillo expuesto en las paredes añade un toque de rusticidad y autenticidad al diseño interior, recordando los mercados callejeros y las antiguas haciendas mexicanas. Su textura rugosa y sus tonalidades cálidas crean un ambiente acogedor y lleno de carácter.
La iluminación es vibrante, con luces colgantes de estilo rústico que añaden un ambiente acogedor al espacio, sin dejar a un lado la chispa y vivacidad de los rótulos neón que aportan vida al espacio, en conjunto con un set de tapices en muros que nos hacen recordar los tejidos de los pueblos mexicanos.