Un restaurante de carne, pero más que de carne... de leña y brasa, en donde la experiencia del comensal inicia desde el ingreso al restaurante, en donde es recibido por un contraste de luces y sombras, así como una experiencia de sentarse disruptiva: en barra, algo poco convencional en el país. El uso de madera es clave en la narrativa del espacio, desde un sobretop en la barra, pasando por el diseño de cielos con planos seriados en el área de mesas, hasta la aplicación de leños crudos como decoración en cocina y baños.
Se eligieron cuidadosamente los materiales que representen la esencia de la cocina, piezas experimentales y con usos fuera de lo común. Es por ello que la barra central se encuentra enmarcada por una instalación de cadenas metálicas que reducen la escala monumental del espacio, de igual forma, se colocaron piezas de arte puntuales de Zuleta, los cuales aportan color al lienzo en blanco de los muros. Se plantea reducir la escala sensorial del comensal para que pueda apreciar los detalles de una cocina donde los platos son los accesorios de decoración del restaurante.