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Foto del escritorASODI Guatemala

Este piso familiar bien podría parecer una galería de arte

Treinta y dos años coleccionando arte contemporáneo son muchos años. La pareja que habita este piso madrileño compró su primer cuadro cuando aún eran novios y, más tarde, la afición se transformó en una pasión que les ha hecho peregrinar por ferias internacionales, museos, galerías y exposiciones. El resultado es una envidiable y nutrida colección adquirida en galerías españolas e internacionales. Nada más cruzar la puerta de entrada, nos impactan las obras del noruego Bjarne Melgaard, del alemán Jonathan Meese y de los españoles Luis Gordillo y Dionisio González, un preludio de lo que vamos a encontrar en el interior. Tras una larga búsqueda, encontraron este piso de 400 m2 cerca del Pº de la Castellana, que ofrecía la posibilidad de contar con espacios donde exhibir obras de gran formato y muchos metros de pared para colgar cuadros. El arquitecto Álvaro de Luna, del Estudio de Luna, diseñó el proyecto y el interiorista Javier Quintano de Innovaes les asesoró en la decoración.

El objetivo de colocar las piezas, muchas de ellas de gran impacto visual, determinó la arquitectura de interiores y la decoración. Tonos crudos, marrones y negros se eligieron para no rivalizar con las obras, y también toques de rojo en muebles y telas, precisamente para armonizar con ellas. Tras una reforma, que duró 11 meses, el espacio quedó distribuido en un espléndido recibidor, un gran espacio diáfano para un salón con varios ambientes, un comedor que incluye la vinoteca y, por último, un pasillo que da acceso a los dormitorios y que ejerce ¡también! de “galería de arte”. Y con este fin, el arquitecto no dudó en restar metros a las habitaciones. Otro acierto de Álvaro de Luna fue poner paneles de cristal en sitios estratégicos, para conectar espacios y dar paso a la luz que entra por las ventanas del salón, de orientación sur. El desafío no era nada fácil, nos explica Javier Quintano: “Combinar arte con interiorismo en los espacios y, a la vez, conseguir que los disfrutara una familia, en su día a día, ha sido todo un reto”.

Galería de arte




piso madrileño de arte contemporaneo

Es lo que parece el pasillo que da paso a los dormitorios. En la pared  izquierda, obra de Starsky Brines (Gal. Fernando Pradilla); y otra de Juan José Maíllo (Gal.Ponce+Robles). A la derecha, obra de Pep Agut (Gal. Helga de Alvear), y otra de Sixeart (Gal. Fernando Pradilla).

Un espectáculo




piso madrileño de arte contemporaneo

La lámpara Samurai, de Vibia, ilumina un salón que luce un cuadro de Eduardo Arroyo (Galería Álvaro Alcázar). Debajo, un sofá de la firma JMM; y, a su lado, otro de Sancal. Mesita Aeron, de Minotti.


Lugar de honor



piso madrileño de arte contemporaneo

La obra de Jannis Varelas (Galerie Krinzinger), entre las zonas de salón y de trabajo, junto a una “plaga de moscas”, de Eugenio Ampudia, hecha con invitaciones y que el propio artista instaló in situ.

Pintura y escultura



piso madrileño de arte contemporaneo

Una columna en la entrada es el mejor sitio para exhibir la obra de Benjamín Palencia y la escultura de Carlos Pazos (Gal. Trinta).  En el salón, entre los sofás de Sancal y de JMM, la lámpara Pipistrello, de Martinelli Luce, y una mesa, de Concepto DR, retapizada en cuero. Estanterías voladas de pizarra, las mismas en toda la casa, son visualmente ligeras y combinan con parte del suelo.

Rojo Ferrari




piso madrileño de arte contemporaneo

 Es el color de la butaca Vanity Fair, de Poltrona Frau, flanqueada por una escultura azul, de Luis Cañizares, y otra pieza de Emilio Gañán (Gal. Fernando Pradilla), en este rincón de lectura junto al salón. En primer plano, butacas de Dona Living, con tela de Designers Guild. En el lateral del tabique, cinco cuadros de Carlos Salazar Arenas (Gal. Fernando Pradilla).


Rojo pasión





En este tono se ha pintado el panel de chapa que reviste la pared y que integra la repisa volada, en un cuarto de baño  atrevido y vibrante. El lavabo de forma orgánica pertenece a la colección Il bagno Alessi, de Stefano Giovannoni para Laufen.




Fuente: ELLE

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